martes, 27 de julio de 2010

Carl Sagan defiende mi “rareza”


Tengo una personalidad divergente. Por ejemplo, soy incapaz de apreciar el reggaetón, no sacrifico lo práctico por lo elegante y tengo una extraña mutación en mi ADN que me impide apreciar los automóviles de lujo y otros artículos fastuosos así como una mal vista afición a la lectura y fanatismo por la naturaleza. Por esto y por más incompatibilidades con mi chauvinista y petimetre sociedad soy lo que se le conoce como “raro”. Más allá de que el calificativo venga, la mayoría de las veces, de imbéciles que no se han dado cuenta de que las costumbres y lo “normal” varían de tiempo en tiempo y de cultura en cultura apelaré a la sabiduría colosal de master Carl Sagan quien explica con contundencia y su habitual elegancia la asombrosa pluralidad de las personalidades y, en consecuencia, por qué los que emplean la palabra raro como sinónimo de diferente son idiotas. Silencio. Escuchemos a master Sagan:



Si el cerebro humano tuviera una sola sinapsis (NOTA DE JOSEJUAN: Las sinapsis son las interconexiones de las células cerebrales) –lo que correspondería a un individuo de monumental estupidez– no podríamos alcanzar más que dos estados mentales. Si las sinapsis fueran dos, tendríamos 22=4 estados; si fueran tres 23=8 estados, y siguiendo esta progresión, a N sinapsis corresponderían 2N estados. Pero el caso es que el cerebro humano contiene alrededor de 1013 sinapsis, por lo que el número de estados mentales que puede alcanzar el hombre es de (210)13, o sea, 2 multiplicado por sí mismo diez billones de veces. Se trata de una cifra irrepresentable, mucho mayor, por ejemplo, que el número de partícula elementales (protones y electrones) que existen en todo el universo, número muy inferior a 21000. Debido a esta ingente cantidad de configuraciones cerebrales funcionalmente distintas no puede haber dos hombres iguales, ni siquiera dos gemelos monovitelinos que se hayan creado juntos. Esta cifra colosal puede explicar también, hasta cierto punto, el porqué de la imposibilidad de predecir la conducta humana y el hecho de que en un momento dado lleguemos a sorprendernos de nuestros propios actos. Y, ciertamente, a la vista de tales magnitudes, es realmente asombroso que existan pautas regulares de conducta en el hombre. La única respuesta válida es la de que en modo alguno se han agotado la totalidad de estados cerebrales y que, por consiguiente, existe un número de configuraciones cerebrales no experimentadas y ni siquiera atisbadas por el ser humano, a lo largo de la historia de la humanidad. Desde este ángulo, todos somos diferentes entre sí, por lo que el reconocimiento de la inviolabilidad de la vida humana, en razón a la singularidad de cada individuo, resulta una consecuencia ética plausible.

Carl Sagan

Los dragones del edén


5 comentarios:

Julius dijo...

También podrías echar mano de mi frase recurrente: "no es que yo sea muy inteligente... lo que pasa es que ustedes son muy estúpidos!".

¡¡¡JoseJuan!!! dijo...

Que vendría siendo una variación de una de las mías: "Todos somos estúpidos solo que algunos son más estúpidos que otros"

Exiquio Oropeza dijo...

"Donde todos piensan igual, ninguno piensa mucho".
Walter Lippmann

"Es privilegio de la inteligencia no estar de acuerdo".
Jorge Ibargüengoitia

Julius dijo...

Aquí hay otra: "Inteligencia: virtud que le atribuimos a aquellas personas que siempre están de acuerdo con nosotros" ja ja.

Rafael Miravete dijo...

Tener conciencia propia es un don que la razón nos da y cada quien es libre de hacer lo que uno quiere o desea, la gente cataloga como raro lo que no entiende o no comprende o lo que su intelecto no le permite asimilar... aunque haciendo un paréntesis en el postulado del maestro Sagan, Josejuan, a tu hermano Pimpo si se le puede decir raro!! o como dijo Exiquio... alternativo jajaja...

Publicar un comentario

Los changos quieren saber tu opinión.