Aquí les dejo un fragmento de la narración de una parte de la historia mexicana, de cuando el Pueblo de Alvarado se convirtió en Heroica.
Al amanecer el 15 de octubre de 1846 se presentó nuevamente el Comodoro Connor frente a la barra, integrada su escuadra por los vapores Mississippi y Princeton, las fragatas Vixen y McLane, las goletas Forward y Nonata (ex mexicana, capturada por la Porpoise en julio), tres balandras cañoneras y varios barcos de transporte, con los que formaron dos escuadrillas: la primera al mando de Connor y la segunda al mando del Comodoro Mathew Perry, disponiendo de cerca de 26 cañones de grueso calibre. La escuadra enemiga, preparada para el desembarco, pretendió forzar la barra con sus cañones, pero dado el calibre de sus piezas, los proyectiles pasaban sobre nuestras Baterías Costeras sin hacer daño. A cambio, el corto alcance de nuestras piezas las hicieron ineficaces de principio, pero al acercarse las naves enemigas a la costa empezaron a causar serios daños en los barcos del adversario.
A pesar de la sobrada calidad de sus cañones, tanto el Mississippi como el Princeton no lograron hacer blanco sobre nuestras Baterías Costeras, resultando tan largos los tiros de sus morteros de a 36 y de a 68, que caían doscientos metros más atrás de las posiciones mexicanas. Además, la fuerte corriente evitó que los vapores cruzaran la barra del puerto con sus remolques. Connor esperó en vano la caída de la noche para movilizar su escuadra y sólo el Vixen logró traspasar la barra, remolcado por dos cañoneras; los disparos de nuestras posiciones obligaron al McLane a acercarse demasiado a la costa y encalló, lanzando a su tripulación contra las rompientes de la zona.
El fuego de nuestra artillería resultó brutalmente efectivo sobre las naves americanas. Uno de nuestros cañones costeros de doce libras dio de lleno sobre el Vixen, cerca de su caseta, cuyo comandante observó, horrorizado, que conforme se encerraba dentro del Papaloapan, se internaba en el rango de tiro de los fortines de las márgenes, y al fondo, a medio río, nuestra flota de mar, ansiosa de entrar en combate, listos para echar a pique o abordar las naves americanas, seriamente dañadas por nuestras Baterías Costeras.
Connor pensó que nuestra artillería era superior en calidad y cantidad de piezas, y ordenó la amarga retirada, ante la algarabía de los servidores de nuestras Baterías y perseguidos sus barcos por nuestra flota. Al regresar de la barra, el Vixen perdió el control y tocó fondo dos veces; el McLane quedó imposibilitado de avanzar río arriba, encallado, y apenas pudo salir del escollo al ser remolcado por dos cañoneras, hostilizados por las piezas de nuestros buques de guerra, que los despedían a cañonazos. Pocos daños, en definitiva, causó la artillería americana durante la batalla, ya que sólo se lamentó la muerte del Oficial Segundo del Ministerio Político de la Marina, Luis Díaz Quiroz. Por ahora, Alvarado estaba a salvo...
*Monumento a Los Héroes de Sotavento de la Batalla del 15 de Octubre de 1846.
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